14 mar 2011

ARTE Y ANTROPOLOGÍA CON JOSÉ GÁMEZ CANO EL ESCULTOR QUE REALIZA Y DONA A LA UHU UN BUSTO DE VICENTE FERRER

10. 03. 2011

ALGUIEN DIJO:

Pepe Gámez, pintor y escultor, autor del Ajedrez Histórico de Melilla y del busto de Vicente Ferrer: «Me gustaría que las piezas del Ajedrez se expusieran en la calle». El artista melillense, afincado durante años en Ayamonte, expone en el Hospital del Rey un original ajedrez hecho por él e ideado por Juanjo Florensa. El pintor y escultor melillense ha visitado Huelva, acompañado por su esposa, para entregar el busto de Vicente Ferrer a la Universidad de Huelva.

ANTROPOLOGÍA SIN DOLOR:

Entrevista con Pepe Gámez y su esposa Suat, la directora de una Asociación de Marruecos para los discapacitados.

TAPEANDO POR EL MUNDO:

La gastronomía de Melillla, un sabor multicultural.

El arte en la cocina: la nouvelle cousine.

LA MITAD DEL CIELO:

Anne Ferrer una mitad del cielo en la India.

Las artistas y el modo de ver el mundo artístico desde la perspectiva femenina.

RINCONES DEL MUNDO: Mellila

  • Yacimiento púnico-romano (Casa del Gobernador).
  • Museo Municipal.
  • Museo del Ejército.
  • Iglesia de la Purísima Concepción (1687, reconstruida en 1757), donde se venera una imagen de Nuestra Señora de la Victoria, patrona de la ciudad.
  • Aljibes de 1571.
  • Almacenes del siglo XVIII.
  • Hospital del Rey, siglo XVIII.
  • Cuevas del Conventico, etc.
  • Iglesia del Sagrado Corazón de Jesús.
  • Mezquita Central.
  • Sinagoga Yamín Benarroch.
  • Edificio del Palacio de la Asamblea.

ERASE UNA VEZ:

Publicado por PEDRO PARCET en:

http://cuentosdeafrica.blogspot.com/2007/09/cuento-marroqu-ben-zaid-y-el-mochuelo.html

Cuento marroquí: Ben Zaid y el mochuelo

Ben Said, el zapatero, era un musulmán devoto y practicante. Un día, antes del atardecer, entró a la mezquita con la intención de orar,como era su costumbre. Después de hacer sus abluciones se sentó sobre sus talones. Se preparaba a invocar a Allah, cuando vio a una lechuza que estaba parada sobre el muro y parecía ignorar al gentío. Ben Said la miró un largo rato despertándole curiosidad.

Al día siguiente, a la misma hora, regresó a la mezquita, y el mochuelo estaba allí, parada sobre el muro. El tercer día la vio todavía en el mismo lugar: no se había movido. Cada tarde Ben Said encontraba al mochuelo inmóvil, en el mismo sitio. Decidió acercarse y se dio cuenta que el mochuelo era ciego, se dio cuenta entonces, porque la pobre bestia no abandonaba aquel lugar. -¡Es ciego! - se dijo Ben Zaid- ¿Pero cómo encontrará su alimento?

Entonces llegó un halcón y con las alas desplegadas abrigó al mochuelo, llevaba en el pico una pequeña serpiente, se puso a desgarrar la carne y le daba al pobre mochuelo. Al ver aquella escena Ben Said empezó a pensar y razonar y se dijo “No hay fuerza ni poder que no emane de Dios", "el halcón con su ayuda le impide de perecer miserablemente. Y decir que yo, pobre Ben Said, tengo que esforzarme para vivir y tengo que trabajar para juntar unas pocas monedas", ¿cuantos zapatos y más zapatos debo remendar todos los días?.¿Está mal levantarse tan temprano y trabajar con afán todo el día?, Más no vale la pena vivir con ansiedad permanentemente cuando sería suficiente tener confianza en la bondad de Dios que mantiene a este mochuelo Tal vez yo, Ben Said... ¿no tengo el mismo valor que un mochuelo a los ojos de Dios?

En fin, Ben Said decidió abandonar su oficio. Desde aquel cerró su tienda y se fue a sentar delante del portal de la mezquita. Estaba contento y orgulloso de sí mismo: “Ahora sí que me asemejo al viejo mochuelo”. Y esperaba a que los que pasaran y dejaran alguna limosna.

Un día pasó un amigo y lo miró y al reconocerlo le preguntó: ¿Ben Said, qué haces aquí?

El zapatero contó toda la historia del viejo mochuelo y del halcón. ¿No había sido acaso aquello una enseñanza? ¿Un signo de la voluntad de Dios?. Sin embargo el amigo dijo:

- Querido Ben Said me parece que tú no has entendido nada de lo que Dios te ha mostrado. No lo hizo para que tú corrieses a comportarte como el mochuelo, sino para que tu imitases al halcón que ayudó a un infortunado y más necesitado que él. Esto solamente te quería enseñar Dios: tú debes ser un amigo caritativo, bondadoso para los hermanos indigentes y debes ser para ellos un socorredor lleno de cariño.

Ben Said comprendió la enseñanza y regresó al trabajo con empeño para ganar más dinero y tratar de ayudar a los más pobres que él.

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